miércoles, 22 de diciembre de 2010

Tras la máscara


Sobre el muro de hormigón, el instructor nos da claves telegráficamente. Aún estamos del otro lado de la barrera protectora, la cuerda enrollada ordenadamente. Con decisión, nos hace pasar al otro lado, sudor en las palmas de las manos, las piernas tiemblan. Siento tu aliento en mi nuca, el calor de tu cuerpo alterado por la tensión. Tras un empujón certero, el suelo desaparece bajo mis pies. Tu presencia se aleja de mí, y te quedas sonriendo tras la máscara, con las tijeras en la mano.



martes, 21 de diciembre de 2010

De caminos y trampas



Vivo en constante añorar el mar.

Me dibujo ventanas en la piel para asomarme a su recuerdo.

Y es que Ítaca no era la meta, sino la trampa.


lunes, 20 de diciembre de 2010

A grandes males, grandes remedios ....




¡A tomar por culo las posturas políticamente correctas! Declaro el año 2011, el año de la motosierra

sábado, 27 de noviembre de 2010

Cuando la vida era diversión


Salía de casa multicolor, minifalda y zapatos a juego, camiseta y medias coordinadas, nada al azar. A mamá le encantaba. Me acompañaba siempre un gran bolso imitación a charol negro al que yo apodaba mi bolsa de basura. En él todo el arsenal. Desde el décimo, donde vivía, a la salida del portal el atuendo multicolor se iba tornando negro, desgarrado y lleno de apliques que fabricábamos nosotros mismos. Lo del customizado, por necesidad porque en la España de principios de los ochenta el negocio del merchandising para las tribus urbanas aún no había sido descubierto y, o tenías pasta y te ibas a Londres y Nueva York a pillar cosas guapas o te las fabricabas. El resto de la transformación se producía en el metro, mientras los chicos no paraban de pintar las paredes con “Punk not dead”, Yoli y yo terminábamos con la parafernalia del cardado de pelo y el maquillaje menos luminoso. No había mucha distancia desde casa hasta la estación de metro de Cartagena, donde salíamos atropellados, muchas veces seguidos por los de seguridad a la carrera al sorprendernos llenando las paredes con el nombre de Goma2 (el grupo punk de los chicos), los Exploited, los Sex Pixtols o simples consignas punkis y anarquistas.

Era la sesión de tarde, yo apenas había cumplido trece años y tenía que estar a las diez en casa, en mi casa eso no se negociaba. En la puerta, a veces, nos encontrábamos con la hermana mayor de Yoli, que siempre se enrollaba y nos mezclaba en su grupo para pasar más fácilmente, aunque nunca tuvimos problemas para entrar. Elena, la hermana de Yoli, era una punk de las pioneras en Madrid que ya había sufrido el ataque de los fachas en el parque del barrio y del que había salido muy mal parado su novio, al que habían roto la mandíbula y un par de costillas con un bate. Allí estábamos todos, entrando al Rock-ola, un sábado por la tarde.

Aquella tarde tocaba mi grupo favorito, si no descontrolaban mucho en el horario, cosa que era habitual en ellos, podría ver parte del concierto antes de salir corriendo a casa. Pero con los Derribos Arias todo era imprevisible, contaban que a veces pasaban de salir o salían cuando les venía en gana, pasando del horario que la sala había programado. Pero yo estaba allí, con mis mejores mallas rotas, las zapatillas de baloncesto negras, una correa de perro al cuello, cadenas de cierres de latas de refresco y las lóbulos de las orejas atravesados por tiras de imperdibles. Visto desde ahora, donde se adquiere la imagen si el bolsillo está lleno, todo era tan naïf....

Dentro, el ambiente se podía cortar, tabaco, y demás sustancias fumables, no era difícil ver a alguien de anfetas aunque el tema picos, tan habitual en el Argenta, no era evidente. Bebía cerveza. No me gustaba nada, pero aquello era ¡tercios para todos! y yo no rechistaba. Así, forzándome las primeras veces he llegado a conseguir que la cerveza sea una de las bebidas que más me guste. Si es que hay que perseverar. Birra y buena música. Camacho, el bajo de los Goma2 me cogía de la mano y hablándome al oído me contaba cómo los Decibelios había montado una buena en su concierto, cuando habían decapitado en directo a un montón de pollitos, cuando los Decadencia le dieron con una botella en la cabeza por no estar al loro y que su sueño era tocar allí. Yo miraba sus ojos verdes y él me sonreía, sonrojándose.

Aquel día no conseguí ver a los Derribos Arias. Lo haría meses más tarde en las fiestas de Madrid. Pero sí que conseguí estar en aquel famoso concierto de las Vulpes y en alguno más dentro del Rock-ola. Siempre llegaba a casa a las diez, para evitar un castigo, salvo cuando Yoli y yo pactábamos que una dormía en casa de la otra y entonces podíamos vivir una noche de libertad.

Era el tiempo en el que leíamos La Luna y el Víbora, descubríamos grupos nuevos en Radio 3, todo el mundo grababa su maqueta, tomábamos el sol en la tapia de la puerta de la Bobia, los domingos, en el rastro, le hacíamos cortes de manga a los rockers en la Gran Vía (aún José Antonio)... Era un tiempo donde la gente se divertía haciendo lo que hacía, no había antecedentes y se disfrutaba de las cosas por estrenar, era un tiempo en que se hacía todo por puro disfrute, sin tomarse nada demasiado en serio.


jueves, 14 de octubre de 2010

El gran Carnaval - Ace in the Hole



Allá por el año 1951, Billy Wilder dirigió esta película. En ella se representa el circo mediático que surge alrededor del salvamento de un hombre. El infeliz había quedado atrapado en una cueva en la que expoliaba restos arqueológicos, de cuya venta vivía. No sé por qué, estos días he vuelto a acordarme de ella.

domingo, 3 de octubre de 2010

Embajadora espacial



Hace algunos días saltó la noticia de que la ONU había nombrado a una astrofísica embajadora para asuntos extraterrestres. Una interlocutora ante una eventual visita de representantes de otro planeta. A mí este hecho me hizo volver a una infancia de búsqueda de ovnis y peceras convertidas en cascos de astronauta. La noticia explicaba que el descubrimiento en los últimos años de numerosos sistemas planetarios como el solar, permite albergar, cada vez más, esperanzas de que exista vida en uno de ellos. Por eso, se hacía necesaria la figura de un embajador espacial que se encargara de dialogar con posibles futuras exo-visitas.

¡Qué previsora la ONU! Me parecía que este gesto iba en contra de la dinámica habitual del organismo internacional, que suele tomar sus decisiones una vez que ya han sucedido los hechos que las motivan. Pensaba yo: si me lo curro desde hoy, quizá pueda ser una futura embajadora para visitantes extraterrestres. Me imaginaba en plan reina Amidala, flotando en una plataforma en medio de un macroanfiteatro lleno de especímenes de todo tipo. Sonreí e incluso esa noche soñé con un escenario a la altura de las películas de Lucas.

Al día siguiente, la realidad me trajo a este planeta y la lectura del periódico me quitó la ilusión de mi futuro trabajo: todo había sido un bulo que había surgido de un medio de prestigio. Por la noche, me tragué las dos trilogías de La Guerra de las Galaxias y volví a soñar con que iba tocada como la Dama de Elche y que mi hermano se llamaba Luck. Menos mal que nos queda el cine para soñar porque las instituciones internacionales no ayudan nada. En fin.


viernes, 1 de octubre de 2010

Mesones y bariones



La reunión estaba convocada a media mañana. Al llegar, la sala convenientemente reservada todavía estaba ocupada por el grupo que les precedía. Ella se acercó tranquila, con paso suave y le tendió la mano con un apretón firme pero agradable, medido. Él era un comercial al uso, le pareció más un vendedor de fotocopiadoras que el típico freak tecnológico con el que se topaba en casi todas las reuniones de proveedores. La sospecha se cumplió, su palabra era rápida, el verbo oscuro y la mirada equívoca.

Era una reunión que no tenía la menor trascendencia, necesitaba conocer la situación del mercado en cuanto a proveedores de datos cartográficos, rutas, tramos, puntos de interés, viales, distritos, velocidad por tipo de vía, servidores propios, cuatro actualizaciones, SQL, shape. Siempre distinto, siempre lo mismo. Apuntaba, anotaba, con esa letra disciplinada de novicia que no cuajó pero que aprendió la rutina. Interrumpía para llevar el devenir de la conversación a aquellos puntos que quería, que necesitaba conocer: se le hacía eterna e insoportable la verborrea de vendedor de feria que desplegaban ante ella, había algo profundamente desagradable en aquella libidinosa mirada.

En un gesto, en un momento determinado, sin saber por qué, cerró los ojos y sintió nítidamente como sus pies no tacaban el suelo, flotaba y se mecía colgada de unos labios carnosos, húmedos e infinitos que se fundían con los suyos, en un túnel sin tiempo, sin espacio. Simultáneamente, su espalda era acariciada, sabiamente dibujada por unos dedos ligeros, que se multiplicaban, se convertían en fractales juguetones que enredaban su pelo, rozaban sus mejillas, mojaban su cuello...

Abrió los ojos y sintió el tiempo infinito que va de una mirada a un parpadeo. Él había estado allí. Había estado allí y había hecho explotar la rutina, envuelto en un aura de hadrones, formados por la lasciba intimidad de mesones y bariones. Él había estado allí.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Malos tiempos para la lírica


Hoy, los sindicatos mayoritarios de este país han decidido llevarlo a la Huelga General: tarde, mal y (creo yo) nunca. Nunca porque esta es una huelga de chichinabo, porque lo único que le falta al gobierno es darles una palmadita en la espalda a los sindicatos y decirles: ¡Vale! Pero sed buenos chicos. Este sindicalismo está acabando con el sindicalismo.

Los grandes sindicatos viven a expensas de las ayudas gubernamentales y monopolizan ámbitos como la formación de trabajadores. Así, en momentos de desempleo, las instituciones aprueban mayores presupuestos para formación y reciclaje de desempleados. Esos presupuestos van en alto porcentaje a los sindicatos, que organizan las acciones formativas. Esto es así sea cual sea el signo político del gobierno central, autonómico o local.

No entro a analizar a los representantes sindicales y liberados que se distribuyen en la mayor parte de las empresas públicas y privadas o entre los funcionarios. Todos hemos conocido alguno y sabemos como viven, aunque mi desconocimiento del tema de manera global me impide opinar con un criterio acertado. Sólo puedo hablar desde mi sensación personal: nunca me he sentido representada por ninguno de los individuos que se suponían defendían mis derechos, pero de los que nunca vi un buen gesto ni una mala palabra.

Ahora, después de muchos meses viendo las filas del paro cada vez más largas, la desesperanza general, el aumento de gente que se muda a casa de los abuelos con los niños porque el banco se ha quedado con el piso, después de mascar un cabreo diario por ver que ni dios hace nada, estos deben sentir que su prestigio está bajo cero y, con el beneplácito de los coleguitas del gobierno, tan políticamente correctos ellos, han decidido que quieren parar el país. Lo hacen con la excusa de la Reforma Laboral, nefasta sí, pero ¿por qué han dejado que las cosas lleguen hasta aquí? La huelga llega después de que dicha reforma se haya aprobado, tras un cambio de cromos con los nacionalistas de turno. ¿Para qué va a servir?

No hay credibilidad, nadie la tiene, ni un gobierno de adolescentes mediocres que no han terminado de formarse y que parece que están jugando a las casitas con el gobierno del lugar donde vivimos, unos sindicatos basados en premisas deciminónicas cuyos representantes viven como grandes ejecutivos, asentados en sus cargos con contratos blindados, una sociedad a la que el estado del bienestar ha narcotizado y que, como sobre el papel el gobierno que hay es de izquierdas, parece carca salir a la calle en masa a chillar su indignación. Recuerdo aquellas manifestaciones multitudinarias del 2003 y 2004, con la derecha sentada en los escaños azules. Ahora me gustaría que alguien tuviera cojones para movilizarse y decir que los señores que se dicen de izquierdas han acabado con las esperanzas de la clase obrera y luchan cada día que están en el gobierno para parecerse a esos señores que están en la oposición o esos que amasan fortunas tras grandes empresas o a sus papás, que muchos de ellos eran altos funcionarios del franquismo, falangistas o demás gentecilla del régimen anterior, al que tanto han apelado en los últimos años para separar a la sociedad española.

Hoy, mucha gente va a hacer huelga. Fundamentalmente porque ya no tienen trabajo, alguno de ellos desde hace ya demasiado tiempo. Hoy, mucha gente no hará huelga, su trabajo es demasiado preciado y las posibles represalias les impiden obrar en conciencia. Hoy, mucha gente no hará huelga, porque no quieren sentirse manipulados. Hoy, mucha gente hará huelga, porque no saben como expresar su frustración por lo que está pasando, porque es su manera de hacerse oír, aunque sea rentabilizada por una pandillita de amigos que lo único que quieren es que no se les termine el negocio.


martes, 28 de septiembre de 2010

Síndrome vacacional



Al volver, nada ha cambiado. Los problemas nos esperan a la vuelta de la manecilla que marca los segundos. Sin embargo algo nos ha picado. Algo nos ha infestado por dentro y rebosamos otra manera de ver las cosas. El descanso, la vida fuera de lo que es nuestra vida -paradoja-, nos renueva la mirada y al volver, nada está en su sitio. Todo es nuevo, todo es a estrenar. No sé lo que durará pero yo he desmontado el reloj de la rutina pieza por pieza y con una tranquilidad recuperada, intento montarlo de nuevo para que retrase tanto que no me permita perder esta nueva serenidad.


jueves, 9 de septiembre de 2010

Noches de Jazmín



Al evocar Sevilla con el olfato, se habla de azahar, de primavera y naranjos en flor. Pero a mí, tú bien lo sabes, no me sucede lo mismo. Si hay un olor que me transporta inmediatamente a Sevilla es el de los jazmines, al anochecer. Y es que te cuento, por si no lo recuerdas.

Al atardecer, cuando queda el tiempo de descuento de la rutina y todo lo soñado se vuelve tangible, abrimos la puerta de atrás y salimos al patio, donde los jazmines crecen contra el muro de poniente. Ahí, jugamos entre risas a buscar el jazmín perfecto, cerrado y hermoso como una promesa, comparando cada ejemplar en el fondo del recipiente que vamos llenando. Tenemos una estrategia inflexible, no hay recolección sin caricias, sin piel erizada, sin besos húmedos, sin tregua de juegos preliminares.

Y cuando la luna vierte su luz sobre el patio, los jazmines cubren con su olor toda la casa, y la cama y los lienzos donde nosotros nos deshacemos en ternura, en gestos sin tiempo, en amor sin condiciones, rendidos a la forma del otro, a su hueco, a su deshacerse despacito. No puedo entregarme, porque no me pertenezco, me di ya toda cuando el último de los jazmines se abrió al calor de nuestros besos, a la piel que te dibujo.

martes, 7 de septiembre de 2010

El Eslava de Sevilla


Huevo sobre bizcocho de boletus, trufa y caramelo de vino dulce

En Sevilla, al ladito mismo del Gran Poder (con su brazo escayolado), se levanta un lugar con aspecto de barraca y alma de templo culinario. Tiene en su color azul reminiscencias marinas y en sus tapas el arte del pasar del tiempo. Desde los aires mozárabes de las costillas con miel hasta ese maravilloso pimiento relleno de merluza, donde el relleno es “todo” merluza, nada de sospechosas mezclas que fluyen al acercarle el cuchillo; no, el espacio vacío del pimiento se preña de buenos tacos de merluza.

Otro relleno fundamental, que no hay que perderse al cruzar sus puertas, son los boquerones rellenos. La proeza de rellenar un boquerón va acompañada con que está relleno de algo más exquisito aún que un boquerón en su estado óptimo de frescura: boquerón fresquísimo con picadillo (tomate, cebolla, pimiento verde crudos, crujientes).

A su carta ya variada y jugosa han añadido la tapa con la que han ganado el concurso de tapas de Sevilla: huevo con trufa sobre bizcocho de boletus, todo ello descansando sobre caramelo de vino dulce. Salto al futuro desde un pasado muy presente. Un más que deseable salmorejo, sus mejillones al vapor a la altura de los de Lorbé, la carrillada casera que roza la de casa Trichita, pero no llega (es que la de ella es insuperable), o cualquiera de las líneas de tiza que aparecen en la pizarra, estarán a la altura de lo que le pidáis.

Todo ello acompañado de buenos vinos tintos, o blancos y cerveza fresca si vuestra visita es en verano, y una clientela que dice del lugar: sevillanos de pro y visitantes a partes equilibradas y equidistantes.

Si os creéis que esto es todo, esperad a los postres: un helado de queso viejo, perfectamente acompañado de membrillo en su base, o la tarta de chocolate y naranja redondean una buena comida que, si podéis, permitíroslo, hacerla en la mejor de las compañías. La mía era insuperable, la mejor: mi alma extraña.

Restaurante Eslava. C/ Eslava 3-5. Barrio de San Lorenzo. Sevilla



sábado, 4 de septiembre de 2010

Calas rojas


Un día me vestí de novia tras calas rojas. Fue el día más triste de mi vida. Mi cabeza iba rompiendo el cielo, pero mi corazón dejaba un reguero de sangre que mi vestido naranja-salmón no podía disimular y que era esparcido por aquella cola que yo nunca quise lucir. Ella, la perversa, me seguía, detrás, muy diligente, con la bayeta en la mano, limpiando el rastro. Ante todo, normalidad, somos seres civilizados, me susurraba él, mientras sujetaba el cubo de cinc donde ella escurría la sangre que iba recogiendo. Con mi sangre, hicieron un festín al que acudieron todos los invitados, mientras yo, desnuda, desangrada y acurrucada en un rincón, buscaba con los ojos en la mano el tiempo de la esperanza.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Loquita de ti





Estoy loca. Loca, loca. De cordura de amor. Y que le voy a hacer si te persigo por el filo de las prisas, llegada de un jirón de mi rutina. Loco tú, loca yo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Septiembre




Septiembre nos sorprende con su realidad olvidada. Por ello, en nuestra desorientación inventamos de nuevo la rutina de toda una vida, como si nunca hubiera sucedido, como si fuera a estrenar. Al tercer intento controlamos tanto la dinámica que tres días nos hacen olvidar el olvido.

martes, 31 de agosto de 2010

Día del blog


Hoy es el día del blog. Me llega la noticia por medio de una bloguera en estos últimos minutos del día y espero no llegar demasiado tarde.

Para conmemorar el día, quiero recomendaros cinco blogs por los que me gusta perderme:


domingo, 29 de agosto de 2010

Conquistador



















El tonto del pueblo gritaba poemas de amor a inventadas damas que se imaginaba en los balcones de algunas casas.


jueves, 19 de agosto de 2010

De mal en peor



Quisiera quererte, pero no puedo.

Desde donde estoy, sólo veo un techo inmaculado lleno de luces hirientes que me hacen tener los ojos cerrados casi todo el tiempo. No puedo moverme. Hay algo que atenaza muñecas, tobillos y cuello a la superficie en la que estoy tumbada, algo frío de tacto metálico. Siento un dolor casi imperceptible en el tramo medio del brazo derecho. Es un ligero aguijón que inocula alguna sustancia ajena a mi cuerpo, puedo oírlo. El dolor de las muñecas ha desparecido, aunque ahora me pica, me pica mucho. No importa.

Sueño. Sueño constantemente. Primero que no hay nada que no esté cubierto de rojo, bajo el agua. Luego todo es ruido, agudo, ondulado. Me llenan. Después frío y blanco, blanco incisivo en cualquier dirección.

Tras la voluntad de no sentir, me pinchan y me introducen el sentimiento. No sé que es peor, si el vivir en desamor o el no vivir en esta cama de hospital, en la sección de los suicidas recurrentes sin poder intentarlo de nuevo.


miércoles, 18 de agosto de 2010

La vida no es un bolero




En la sobremesa, la radio lo ocupaba todo. Mamá faenaba en la cocina entre comerciales y radionovelas en las que una chica muy pobre y muy buena pasaba muchas penurias pero, al final, se casaba con un chico muy guapo y muy rico. En los días de verano, era el momento de la siesta, oportunidad que yo aprovechaba para escaparme por la terraza a buscar tesoros en las aceras y a cazar arañas que luego disecábamos en un tarro de mermelada llena de alcohol de quemar. Cuando volvía a casa, mi madre se enfadaba mucho conmigo, mientras la Señora Francis recomendaba resignación a alguna pobre mujer maltratada por su marido. Después, al atardecer, tras habernos dado la merienda, ella se sentaba a coser, a remendar, a repasar nuestra ropa, estirando su uso temporada tras temporada. La radio seguía sonando. Entonces los boleros lo llenaban todo, con su atmósfera intensa y trágica; ella tarareaba en bajito, mientras enhebraba la aguja.

Mi madre cambió el mundo a su manera. Me enseñó que el matrimonio no es un objetivo, que si lo deseaba, fuera rica yo y que los chicos guapos llegarían luego. Y que la vida nunca es un bolero. Que la tragedia no nos lleva más que un sufrimiento gratuito. Que hay que ser feliz, viviendo cada día como si fuera único, pero siempre mirando adelante y luchando por lo realmente necesario para mirar de frente a la felicidad.


sábado, 14 de agosto de 2010

Nuestro secreto



Quisiera imponerme la disciplina de amarte en silencio, pero no puedo. Tengo que gritar mi amor a cada tercer paso que doy, y así, claro, todos se enteran de nuestro secreto. Y es que la risa de la felicidad se me escapa entre las comisuras de los labios, que se estiran y se tensan hacia arriba, hasta que por fin estallo en una carcajada y grito que te quiero. Y como esto sucede en cualquier momento y lugar, es frecuente que desconocidos a mi alrededor se me queden mirando con asombro, aunque a algunos se les contagia la risa y me acompañan en la felicidad de reír abiertamente. Incluso los hay que me preguntan por ti, pues quieren saber cómo es quien me provoca esas locuras. Como yo les contesto que mi amor es un secreto, entonces reímos todos aún más.

jueves, 5 de agosto de 2010

Honestidad con uno mismo




Los sucesos temporales no tienen poder alguno sobre ti mientras tú te niegues a participar en ellos; la locura del tiempo no es una necesidad fatal en tanto mantengas tu lucidez. Y hasta la peor de tus vivencias, las humillaciones aparentes, los reveses del destino, sólo los sientes en la medida en que eres débil frente a ellos, pues ¿quién sino tú les confiere valor y peso, les transmite placer y dolor? Nada puede exaltar y humillar tu "yo" sino tú mismo. Aun la presión más fuerte del exterior cede con facilidad frente a quien internamente se mantiene firme y libre. Siempre, y en especial cuando el individuo en particular se siente acosado en su paz espiritual y en su libertad, la palabra y el sabio consejo de Montaigne representan una bendición, pues en tiempos de confusión y de partidismos nada nos protege mejor que la rectitud y la humanidad.

Siempre y en cada ocasión cuanto él dijo hace siglos continúa siendo válido y verdadero para quienes luchan por su propio ser y la propia independencia. Pero a nadie debemos estar más agradecidos que a quienes, en época tan inhumana como la nuestra, refuerzan lo que hay de humano en nosotros; a quienes nos exhortan a no malbaratar lo singular e inalienable que poseemos: nuestro "yo" más íntimo. Pues sólo quien se mantiene libre frente a todo y contra todos aumenta y preserva la libertad del mundo.

El legado de Europa. Stefan Zweig
Capítulo dedicado a Michel de Montaigne
(escrito en Brasil entre 1941 y 1942)

jueves, 1 de julio de 2010

Pagado, barrido, olvidado





Non! Rien de rien ... // No, nada de nada,
Non! Je ne regrette rien // No, no lamento nada
Ni le bien qu'on m'a fait // Ni el bien que me han hecho,
Ni le mal, tout ça m'est bien égal! // ni el mal. ¡Todo me da igual!

Non! Rien de rien ... // No, nada de nada
Non! Je ne regrette rien // No, no lamento nada
C'est payé, balayé, oublié // Eso está pagado, barrido, olvidado.
Je me fous du passé! // ¡Me importa un bledo el pasado!

Avec mes souvenirs // Con mis recuerdos
J'ai allumé le feu // hice una fogata
Mes chagrins, mes plaisirs // mis tristezas, mis placeres,
Je n'ai plus besoin d'eux! // ya no los necesito.

Balayés les amours // Barridos los amores
Avec leurs trémolos. // y todos sus temores.
Balayés pour toujours // Barridos por siempre
Je repars à zéro … // comienzo de cero.

Non! Rien de rien ... // No, nada de nada,
Non! Je ne regrette rien // No, no lamento nada
Ni le bien, qu'on m'a fait // Ni el bien que me han hecho,
Ni le mal, tout ça m'est bien égal! // ni el mal. ¡Todo me da igual!

Non! Rien de rien ... // No, nada de nada,
Non! Je ne regrette rien // No, no lamento nada.
Car ma vie, car mes joies // Porque mi vida, mis alegrías
Aujourd'hui, ça commence avec toi! // Hoy, ¡todo eso comienza contigo!

viernes, 18 de junio de 2010

Todos le llamaban Gigi



Anoche volví a soñar con él. Todos le llamaban Gigi. No podía haber otro nombre más ridículo, menos acorde con su aspecto. Había una formal y distante acogida en los que allí estaban, todos conocidos, todos amados en el pasado. Parecían el hueco de lo que fueron, aunque fueran tan exactos, ya no eran. Soñé con él y dolía como si fuera real, dolía el pasado como si no lo fuera.

La hora del té en un submarino nuclear



Colecciono estupideces, como quien guarda un tesoro. Las cosas inútiles tienen en mí un especial magnetismo que condiciona toda mi vida. Y, no sólo eso, colecciono momentos y lugares donde las cosas útiles pueden convertirse en algo ridículamente inútil: un paraguas en un cuarto oscuro, la hora del té en un submarino nuclear, el recreo escolar de un cementerio.

Por eso, cuando te conocí supe que estaba ante la posibilidad de una pieza única. Todo apuntaba a ello y yo, emocionada, temblaba. Tras días de aviso, apareciste en aquella estación. Tú habías atravesado un continente procedente de otro. Yo desconocía el día de la semana en el que estaba. Del coche que conducías se bajó alguien con un cansancio por la vida que lo impregnaba todo. Al llegar a casa, uniste la estupidez en espacio y tiempo; todo lo que hasta entonces eran piezas únicas pasaron a tener sentido y perdieron su encanto. Y en el otro lado de la cama, te apoderaste de la inutilidad de mi existencia.

martes, 15 de junio de 2010

Miss Carrusel


Ayer dormí con Miss Carrusel. Su miel envenenada aún endulza mi sangre y sus besos de adormidera flotan en mi cerebro, inerte. Ayer me envolvió en sus brazos y me juró amor eterno mientras me clavaba su alfiler de pelo entre la segunda y la tercera vértebra.

martes, 1 de junio de 2010

Hoy he visto a Bernarda Alba


Esta mañana, en la acera soleada en la que vivo, me he cruzado con Bernarda Alba. De luto riguroso, le arrastraba la saya de la decencia y se cubría del calor de un verano que comienza. La sorpresa ha sido completa viéndola descruzar sus manos morenas y apartarse el pelo de una cara surcada por las arrugas del mundo:

- ¿Dónde vas, Bernarda?
- A buscar todo el viento de la calle que durante ocho años desterré de mi casa
- ¿Y tus hijas?
- Todas muertas ...

Mira al suelo, hiriente de luz, contaminante de su luto, y esconde de nuevo sus manos bajo el pañuelo que la cubre, con vergüenza.

En el otro lado de la calle, dos adolescentes que aún no han tenido oportunidad de vivir, se ocultan de arriba a abajo sin dejar ver más que sus manos y su rostro, aún infantil. Un velo que dice apartarlas de su impureza las marca, las excluye, lejos de identificarlas en cultura alguna.

Bernarda, que también ha reparado en ellas, se remanga pudorosa la saya y da media vuelta.

- Me vuelvo a casa, no vaya a ser que se me cuele una brizna de aire.

sábado, 29 de mayo de 2010

Como espuma




Flor de Azalea. Chavela Vargas

Del primer amor nos queda la inconsciencia del final

Sueños


Sol ardiente de junio. Frederic Leighton

Tengo un cuaderno de sueños en el que escribo sonámbula y al que no me atrevo a asomarme en tiempo de vigilia.

viernes, 28 de mayo de 2010

Mantra





A veces olvidamos que el centro de gravedad está dentro de nosotros mismos. Entonces nos convertimos en presa fácil de especuladores de almas y nos desperdiciamos en vidas que no son nuestras. Al darme cuenta de tal despiste, me senté muy seria a realizar cálculos matemáticos complejos. Plagados de tensores y de integrales tridimensionales, me precipitaron por la geometría diferencial absoluta y la mecánica de fractura. Anoche, por fin, obtuve el vector único que buscaba. Fue fácil; sólo tuve que ver mi ombligo reflejado en el espejo de tus ojos.

Ahora pienso que no merece la pena,
arriesgarme traerá más problemas.
Así que elijo
lo que tengo más cerca.
Por lo menos tendré la certeza
de que existo,
de que puedo decidir,
de que elijo por mí,
sólo por mí.

En vez de aceptar lo que viene de fuera,
en lugar de contar lo que queda,
desde ahora hasta el día en que me muera
por lo menos cabrá la sorpresa.
Algo nuevo,
algo aún por descubrir,
algo dentro de mí,
dentro de mí.

Cuánto tiempo he perdido ahí afuera,
cuanto por descubrir en mi cabeza.
Es tan vasto
que da casi pereza.
Casi pienso que no tengo fuerzas
para hacerlo
y encontrar dentro de mí
algo nuevo.
La copa de Europa. Una semana en el motor de un autobus. Los Planetas

miércoles, 26 de mayo de 2010

Orfeo y la fe



Orfeo Negro. Marcel Camus (1959)

Orfeo asesinó a Eurídice. Hay asesinatos por celos, por pasión desmedida, por amor desatado, por un incontrolable sentimiento de posesión. En el crimen, lo pasional se observa como atenuante. La pasión como vehículo para una locura temporal que ciega y lleva a cometer actos viles, execrables. Pero Orfeo no encontró a Eurídice en los brazos de Hades, ni enloqueció de celos en su viaje al averno, no le nubló la vista la traición ni le consumió el sentido el fuego del desamor. No. Orfeo no mató a Eurídice por desamor. Lo hizo por falta de fe.


miércoles, 19 de mayo de 2010

En ninguna parte



The Veils. The Nowhere Man

Siempre me gustó la música triste, alimento para una tristeza ancestral. Tristeza, no melancolía. Es una escucha regular, me acompaña y me gusta desgarrarme la garganta gritándola desesperada en el silencio de la noche, con palabras sin sonido, con gestos sin rostro. Escucho atentamente, sin hacer otra cosa que escuchar, con la quietud de la atención plena. Leía el otro día en un magnífico blog que quien descuida la atención vive el tiempo de las moscas. Yo me afano en salir del bichario tumbada en la oscuridad llena de notas y poesía. Entonces, en esa máxima atención soy capaz de vaciarme completamente para imaginar no ser yo. Me tomo vacaciones de mí misma y viajo a la inconsciencia.


¡Me has borrado!



Queens of the Stone Age. Quick and the Pointless


Recibo el correo de un amigo, después de no contestar a algunas de sus llamadas. En él, incluye la frase “¡Me has borrado!”. Yo, que atravieso por una de mis ya habituales épocas de autoaislamiento, me quedo pensando en esta manera de expresar mi desaparición de la vida. La imaginación da un respingo y me dibuja, con una gran goma de borrar, de esas de nata que me comía de niña, a escondidas. Ahí estoy yo, armada de un borrador gigante que a duras penas soy capaz de levantar para ir borrándole, desde su pelo cano hasta el último resto de su ser, que se me resiste. Termino agotada y me apoyo en esa goma descomunal que parece una columna marmórea de pacotilla.

Es curioso como ciertos hábitos que no llevan demasiado en nuestras vidas han cambiado nuestra forma de expresarnos y de analizar determinadas situaciones. Las redes sociales han hecho que sea más sencillo interesarnos por el que está al otro lado del mundo que por el que tenemos cerca en lo cotidiano. Ha hecho de nosotros unos espías aficionados de lo ajeno, malos interpretadores de entrelíneas previsibles y exhibicionistas para un público, que en la mayor parte de los casos presta poco interés a nuestros afanes. En fin, que ahora ya no nos tomamos un tiempo por circunstancias personales, ahora nos borramos o hacemos lo propio con los ya no-amigos, como si fueran un tachón antiestético en nuestra vida.

Mientras pienso esto, la imaginación sigue a la suya y me muestra un montón de gente por las calles, cargados con borradores aquejados de gigantismo, persiguiendo a aquellos de los que quieren deshacerse porque ya no tienen nada que decirles. Todos huyen, todos persiguen, y en el centro de la estampa estoy yo, con armadura indeleble, cabalgando sobre un sacapuntas, lapicero en ristre dibujándole nuevos amigos a cuanto transeúnte me cruzo en mi camino.

martes, 18 de mayo de 2010

Esperanzas



Tulsa. Te Ofrecí. Espera la Pálida

Las esperanzas, como las chinchetas, necesitan de un corcho en el que clavarse


sábado, 15 de mayo de 2010

Mayo



Mayo Longo. Rosalía de Castro (1837 - 1885)

Mayo longo, mayo longo,
Todo cuberto de rosas,
Para algúns telas de morte,
Para outros telas de bodas.

Mayo longo, mayo longo,
fúches curto para min,
Veu contigo a miña dicha,
Volveu contigo a fuxir

jueves, 13 de mayo de 2010

Campeones


Me encantaría alegrarme con vosotros y salir a la calle a chillar, a saltar y a festejar, pero no puedo. Me gustaría fundirme en un abrazo con cuanto desconocido me cruce por las aceras que identifique como seguidor, pero no puedo. Sería feliz si pudiera perderme en la noche, en cualquier local lleno de humo y mala música en el que corra la cerveza generosamente, gritando las consignas de nuestro equipo, pero no puedo. Sé que es una faena, y lo siento, pero es que ayer me atravesaron con un alfiler y me colocaron en esta urna, desde la que apenas puedo escuchar vuestros cánticos, mientras voy asfixiándome con el alcanfor.


viernes, 7 de mayo de 2010

Laura



Laura. Otto Preminger. 1944

Ayer tuve la suerte de volver a ver Laura en pantalla grande. Toda una experiencia, pese a los nuevos elementos que pueblan la filmoteca, de esos que no se callan aunque la película haya empezado y se ríen a destiempo (para más información, suelen llevar unas gafas con pronunciado reborde de color tirando a negro).

Aunque en ocasiones las copias que tiene la Filmoteca Española no sean las mejor conservadas, esta era más que aceptable y la versión original permitía disfrutar de los personajes tal cual, sobre todo Waldo interpretado por Clifton Webb, el cínico protector de Laura, que es el que peor parado sale en el proceso de doblaje.

Para mí esta película es una de las mejores del cine negro, algo más luminosa que otras debido a su trama, pero que contiene todos los elementos que hacen de ella una obra maestra. El gancho principal y lo que perdura en un primer visionado es el protagonismo de Laura (Gene Tierney) que se presenta desde el primer momento como la víctima de un asesinato y que ejerce su magnetismo de forma constante. Esta atracción trasciende incluso su muerte, afectando al detective encargado del caso (Dan Andrews), que descubre una increíble atracción por ella con tintes necrófilos. El clímax de esta atmósfera casi obsesiva se alcanza cuando aparece Laura, junto a su retrato, como un espectro, pero viva; entonces toda la historia da un giro.

Más allá de un guión lleno de diálogos irrepetibles y de una puesta en escena impecable, hay elementos que son magistrales. Uno de ellos es el cambio de registro narrativo con el que se introduce la historia y que directamente nos atrapa: esperas una historia contada en primera persona por uno de los personajes, Waldo, y pronto el relator pasa a estar fuera de escena, tras la cámara. Eso sí, el director utiliza la capacidad narrativa de ese personaje para hacer el único flashback que nos permite conocer a Laura y la fascinación que ejerce en todos los que la rodean.

Otro elemento es la profundidad de los personajes que configuran las historia: cada uno de ellos se esconde tras estereotipos reconocibles, sin embargo ninguno es simple y están perfectamente interpretados. Destaca Clifton Webb, cuyo cinismo proporciona los mejores diálogos y momentos irrepetibles. Incluso Vincent Price, lejos de su encasillamiento posterior, está impecable en el inmaduro e inconsecuente gigoló incapaz de dejar sus hábitos mujeriegos pero sinceramente enamorado de Laura. Para ilustrar esta profundidad me quedo con la conversación que Laura tiene con su tía en la habitación de la primera, cuando festejan su reaparición.

Y esas escenas maravillosas, ya clásicos del género, como las que suceden bajo la lluvia, evocadoras de otros grandes momentos del cine negro, en los que un investigador enfundado en una gabardina es literalmente empapado por una lluvia persistente, en plan Philip Marlowe en El Sueño Eterno (película que se rodó dos años después de Laura, hay que recordar).

En fin, ayer fue una gran noche, volviendo a ver Laura. Pero ayer, le encontré un pero, después de haberla visto muchas veces: su happy end. Sí. Aunque no me hagáis caso, quizá sea mi predisposición, que me hace pensar en otros finales tipo Perdición.


miércoles, 5 de mayo de 2010

Daños colaterales


(La ejecución de Lady Jane Grey. Paul Delaroche)

Caminaba hacia el cadalso, rapada, descalza y semidesnuda. El verdugo esperaba encorvado apoyado en su labrys recién afilada, oculta la vergüenza bajo basto paño. Ella se inclinó como en un sueño, sobre el olor a sangre seca, la barbilla apuntando al suelo. Golpe seco y la cabeza se separó del tronco, cayendo en un cesto que impedía la escrupulosa mirada ajena. El verdugo, con tranquilidad, puso el hacha en su mano inerte. Y los asistentes a la ejecución lloraron la desdicha del verdugo, pobre víctima de la acusada.


martes, 4 de mayo de 2010

Un encuentro


Sin duda, ayer era el día. La casa se había llenado de luz desde una hora temprana y todo estaba cubierto de una pátina de especial evidencia. Me movía en los quehaceres cotidianos como en un sueño, absorta entre la parte práctica de la vida y este nuevo pensamiento que me ocupa de manera sutil, como un sonido apenas perceptible. Fuera se adivinaba un día radiante, lleno de paseos por dar y lugares por los que perderse. Un regalo de día. Me senté frente al portátil y creé, a mi modo. El sonido irreverente del teléfono me sacó de mi ensimismamiento y al descolgarlo una voz alegre me permitió viajar a algún lugar oculto dentro de mí donde hacía mucho tiempo que no pisaba. Estaba desconcertada y tú, creo, algo molesto porque no había sido capaz de salir de ese rinconcito en el que me había acurrucado al escuchar tu voz.

Pasé el resto del día pensando en ese pequeño viaje astral, en tu proposición de vernos dándonos ventaja el uno al otro, en mi vértigo, en tu cercanía a mi pensamiento constante y consciente. Cuando la luz dio paso a la noche, me preparé con una especial lentitud, sintiendo cada gesto como parte de un ritual, estaba invitada a cenar fuera, entre amigos; después de un tiempo fuera de casa las reuniones para retomar contacto y contarnos vivencias se convierten en algo habitual. Alegría, acompañada de buena comida y mejor vino y el placer de una conversación pausada, sin prisa, llena de la tranquilidad que te proporciona la confianza. En un momento de la charla, de manera inconsciente, casi sin quererlo, derivé el tema a lo que me estaba sucediendo y compartí lo que estos días vivimos. No hubo sorpresas, nadie se escandalizó, emitieron opiniones favorables y me sentí sintiendo vértigo frente a un vaso de agua.

Hoy el día ha amanecido frío y gris, parisino. El invierno nos ha arrebatado la oportunidad de paseos por cada instante del otro. Pero sé que la luz, la calidez del sol, nos acariciará la piel, que nuestros ojos, sin duda, un día se encontrarán, bajo ese instante infinito que va desde una mirada a un parpadeo.