martes, 31 de agosto de 2010

Día del blog


Hoy es el día del blog. Me llega la noticia por medio de una bloguera en estos últimos minutos del día y espero no llegar demasiado tarde.

Para conmemorar el día, quiero recomendaros cinco blogs por los que me gusta perderme:


domingo, 29 de agosto de 2010

Conquistador



















El tonto del pueblo gritaba poemas de amor a inventadas damas que se imaginaba en los balcones de algunas casas.


jueves, 19 de agosto de 2010

De mal en peor



Quisiera quererte, pero no puedo.

Desde donde estoy, sólo veo un techo inmaculado lleno de luces hirientes que me hacen tener los ojos cerrados casi todo el tiempo. No puedo moverme. Hay algo que atenaza muñecas, tobillos y cuello a la superficie en la que estoy tumbada, algo frío de tacto metálico. Siento un dolor casi imperceptible en el tramo medio del brazo derecho. Es un ligero aguijón que inocula alguna sustancia ajena a mi cuerpo, puedo oírlo. El dolor de las muñecas ha desparecido, aunque ahora me pica, me pica mucho. No importa.

Sueño. Sueño constantemente. Primero que no hay nada que no esté cubierto de rojo, bajo el agua. Luego todo es ruido, agudo, ondulado. Me llenan. Después frío y blanco, blanco incisivo en cualquier dirección.

Tras la voluntad de no sentir, me pinchan y me introducen el sentimiento. No sé que es peor, si el vivir en desamor o el no vivir en esta cama de hospital, en la sección de los suicidas recurrentes sin poder intentarlo de nuevo.


miércoles, 18 de agosto de 2010

La vida no es un bolero




En la sobremesa, la radio lo ocupaba todo. Mamá faenaba en la cocina entre comerciales y radionovelas en las que una chica muy pobre y muy buena pasaba muchas penurias pero, al final, se casaba con un chico muy guapo y muy rico. En los días de verano, era el momento de la siesta, oportunidad que yo aprovechaba para escaparme por la terraza a buscar tesoros en las aceras y a cazar arañas que luego disecábamos en un tarro de mermelada llena de alcohol de quemar. Cuando volvía a casa, mi madre se enfadaba mucho conmigo, mientras la Señora Francis recomendaba resignación a alguna pobre mujer maltratada por su marido. Después, al atardecer, tras habernos dado la merienda, ella se sentaba a coser, a remendar, a repasar nuestra ropa, estirando su uso temporada tras temporada. La radio seguía sonando. Entonces los boleros lo llenaban todo, con su atmósfera intensa y trágica; ella tarareaba en bajito, mientras enhebraba la aguja.

Mi madre cambió el mundo a su manera. Me enseñó que el matrimonio no es un objetivo, que si lo deseaba, fuera rica yo y que los chicos guapos llegarían luego. Y que la vida nunca es un bolero. Que la tragedia no nos lleva más que un sufrimiento gratuito. Que hay que ser feliz, viviendo cada día como si fuera único, pero siempre mirando adelante y luchando por lo realmente necesario para mirar de frente a la felicidad.


sábado, 14 de agosto de 2010

Nuestro secreto



Quisiera imponerme la disciplina de amarte en silencio, pero no puedo. Tengo que gritar mi amor a cada tercer paso que doy, y así, claro, todos se enteran de nuestro secreto. Y es que la risa de la felicidad se me escapa entre las comisuras de los labios, que se estiran y se tensan hacia arriba, hasta que por fin estallo en una carcajada y grito que te quiero. Y como esto sucede en cualquier momento y lugar, es frecuente que desconocidos a mi alrededor se me queden mirando con asombro, aunque a algunos se les contagia la risa y me acompañan en la felicidad de reír abiertamente. Incluso los hay que me preguntan por ti, pues quieren saber cómo es quien me provoca esas locuras. Como yo les contesto que mi amor es un secreto, entonces reímos todos aún más.

jueves, 5 de agosto de 2010

Honestidad con uno mismo




Los sucesos temporales no tienen poder alguno sobre ti mientras tú te niegues a participar en ellos; la locura del tiempo no es una necesidad fatal en tanto mantengas tu lucidez. Y hasta la peor de tus vivencias, las humillaciones aparentes, los reveses del destino, sólo los sientes en la medida en que eres débil frente a ellos, pues ¿quién sino tú les confiere valor y peso, les transmite placer y dolor? Nada puede exaltar y humillar tu "yo" sino tú mismo. Aun la presión más fuerte del exterior cede con facilidad frente a quien internamente se mantiene firme y libre. Siempre, y en especial cuando el individuo en particular se siente acosado en su paz espiritual y en su libertad, la palabra y el sabio consejo de Montaigne representan una bendición, pues en tiempos de confusión y de partidismos nada nos protege mejor que la rectitud y la humanidad.

Siempre y en cada ocasión cuanto él dijo hace siglos continúa siendo válido y verdadero para quienes luchan por su propio ser y la propia independencia. Pero a nadie debemos estar más agradecidos que a quienes, en época tan inhumana como la nuestra, refuerzan lo que hay de humano en nosotros; a quienes nos exhortan a no malbaratar lo singular e inalienable que poseemos: nuestro "yo" más íntimo. Pues sólo quien se mantiene libre frente a todo y contra todos aumenta y preserva la libertad del mundo.

El legado de Europa. Stefan Zweig
Capítulo dedicado a Michel de Montaigne
(escrito en Brasil entre 1941 y 1942)