lunes, 7 de febrero de 2011

Tombuctú


Sobrevolando el Sahel, cualquier concepto previo de inmensidad desaparece para quedar diminuto. La pequeña avioneta de cuatro ocupantes oscila al son de unas térmicas atroces que lo son ya al despuntar el día, hace tiempo que despegamos envueltos en la noche. Dirección norte-noreste, persiguiendo el amanecer con escora a estribor. Miro al sol, que empieza a desparramarse por tanta inmensidad. En la línea del horizonte, se intuye una ruina. Un fantasma del paso del tiempo, envuelto en arena y bruma de mito.

Aproximación y aterrizaje. Sobre el suelo, los tuaregs sedentarios se buscan la vida con mil y un recursos; la vida en este ombligo del mundo es muy dura, ahora que la actividad entre el Sahel y el Sahara ha disminuido. Y lo somos los visitantes que venimos a conocer el lugar de paso obligado de las caravanas que la literatura consumida idealizaba, aunque en la realidad su mercadería estuviera llena de miseria humana.

Toda fotografía vista previamente nos acerca un cromatismo idealizado: azul humano sobre fondo tierra. Pero sobre el terreno todo es diferente, el violento brillo de la luz, la arena que se mastica y la miseria sin esperanza que lo cubren todo. La realidad. Y desde esa realidad alejada de cualquier mito, miras a los que dejaron el deambular por el desierto para establecerse en esta surgencia estratégica. En una vida en el extremo, al filo de lo posible. Y acude una fuerte sensación de final. Y de estar dentro de un recuerdo que en cualquier momento va a desvanecerse, tragado por la inmensidad, por la arena que inexorablemente lo cubre todo, envolviéndolo como el molde a una realidad que ya no existe, como una mortaja fúnebre.


6 comentarios:

LaCuarent dijo...

Cuanta verdad, el romanticismo de muchos escritores nos ha llevado a disfrazar la realidad y la dureza de este territorio.
Me gustan tus letras.

Miguel dijo...

Tal y como lo relatas parece un lugar sobrecogedor, como el sueño del África que todos soñamos conocer y que algunas veces piensas que ha desaparecido ya.
"azul humano sobre fondo tierra"
Me gusta.
Un beso

Anónimo dijo...

Se nota que conoces el terreno y que no ha pasado desapercibido a tus ojos.
Un buen blog.
Saludos
Fernando_plan

Alamut dijo...

40añera: es el pasao esplendoroso que a veces no se traduce en un presente brillante.
Besos guapa

Miguel: ya sabes lo duro que puede llegar a ser confundir realidad con sueño ... A veces la arena del desierto puede hacerte desaparecer ...
Besos

Fernando_plan: Gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario. Los ojos siempre atentos, y cerrados en la sensación... Vivir, se llama.
Saludos

mariajesusparadela dijo...

No puedo ni siquiera plantearme vivir en el desierto. Solo de pensarlo, me entra un sufrimiento que me seca la boca.

Alamut dijo...

Mª Jesús: hay veces que no tenemos posibilidad de elegir donde vivimos, esa es parte de la tragedia de la vida de millones de personas en este planeta. Otras tenemos la inmensa suerte de poder hacerlo y entonces todo parece encajar, como tú en tu paradela, querida Mª Jesús.
Besos