martes, 13 de enero de 2009

Sobre prejuicios y sentido del humor


"Bienvenidos al Norte" es una película que narra las peripecias de un funcionario francés trasladado (como castigo) a un destino poco deseado: la región norteña de Norte-Paso de Calais. No he elegido esta película por su calidad o porque haya hecho récord de taquilla en Francia. Taquilla y excelencia raramente van asociadas, así que eso no me dice gran cosa. No. La he elegido porque, además de salir del cine sonriendo, me hizo reflexionar sobre dos cuestiones bien distintas:

De los prejuicios de los franceses: una, en su desconocimiento, conocía los prejuicios hacia los bretones (cabezotas) hacia los del sur (arrastran la erre y huelen a ajo), pero no los que había hacia el lejano norte. Norte-Paso de Calais es una región lindando con Bélgica, que se convierte en territorio de Francia a partir del siglo XVIII. En ella, se habla un dialecto del francés el ch’ti o ch’timi (tal como lo llaman en los habitantes de la región), que en realidad se trata del denominado Picardo del norte, lengua o dialecto (tema en discusión) hablado en las zonas de Francia pertenecientes a la Picardía y a Norte-Paso de Calais. Para el estado centralista por definición, la mayoría de los habitantes no entienden que en parte de su territorio se viva o se hable diferente a como lo hace todo el mundo en Francia, lo que les llena de prejuicios hacia esta zona, que consideran fría, inhóspita y habitada por seres atrasados (¿será la vecindad con Bélgica?).

Qué pasaría si el tema se hubiera tratado aquí: Cuando el poeta escribió “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón” era otro tiempo, hoy no puede hablarse sólo de dos. Esta película me ha hecho reflexionar sobre que pasaría si un director nacido en nuestro país hiciera el mismo ejercicio, tomando como lugar de referencia alguno perdido en esas zonas que usan su idiosincrasia para aislarse de los demás. Algo así como trasladarlo a una recóndita aldea de cualquier norte, donde siempre llueve, la gente habla raro y cuesta un gran esfuerzo que te acepten como uno más por el mero hecho de ser de fuera. Estoy convencida de la airada respuesta de algunos sectores políticos respecto de la forma de tratar su “identidad nacional”. Una persona incapaz de reírse de si misma tiene un problema; creo que es exactamente lo mismo para un país.

Y estas dos reflexiones que parecen surgidas de puntos de vista opuestos (el respeto a la diferencia y el exceso de celo de quien la utiliza para excluir) me hacen pensar que lo importante es saber qué es prejuicio y qué realidad. Para ello, ayudemos a que los otros no nos prejuzguen mostrándoles tal cual somos, sabiendo reírnos de nosotros mismos y sin darnos demasiada importancia.

Un apunte, si vais a ver la película, verla en versión original; la traducción a otro idioma que no sea el francés la vacía de sentido. Si además no tenéis dificultades para entenderlo, disfrutaréis el doble. Los franceses, que son muy suyos (...).



2 comentarios:

Tesa dijo...

La he visto la semana pasada, traducida -yo no hablo francés- y me ha gustado mucho, soy consciente de los matices que se pierden al ser traducida pero no queda otro remedio.
Estoy contigo, no todos los pueblos tienen suficiente madurez para reirse de sí mismos. Bueno, no sé si llamarlo madurez o inteligencia, o seguridad en sí mismos o apertura de mente... tú me entiendes.

Alamut dijo...

Yo me reí un montón. Espero que la hayan doblado bien, así parece por lo que dices. Te entiendo...me encantaría que ellos también