sábado, 24 de enero de 2009

Una tormenta en mi cabeza

Tras la tormenta siempre viene la calma. No sé si os pasa a vosotros, pero en mí es una constante. Mis crisis son como las tormentas de verano, intensísimas pero que caen en un instante. Me vacío, me vierto en un espacio habitualmene corto de tiempo para, al terminar, volver a ver salir el sol, la atmósfera limpia y un agradable olor a tierra mojada que lo inunda todo. Sólo he tenido una crisis que duró todo un otoño y su invierno de orvallo constante en la que, al final, tuve que extirparme el corazón para que escampara y llegara la primavera. No os preocupéis, volvió a crecerme una nueva válvula sanguínea que me permite dosificar mis crisis en monodosis "tormenta de verano".


2 comentarios:

Miguel dijo...

Las tormentas de verana dejan mucha luz tras su paso. Limpian el ambiente, y se respira mejor. Aún así, alguien que quiere con pasión, termina por tener heridas que cuesta que cicatricen.
Y la extirpación no es la solución.
Pero no tengo la receta... ¡Ójala,mi querida Alamut!

Alamut dijo...

Tu compañía es la mejor de las recetas.... y tú lo sabes