sábado, 22 de enero de 2011

Hiperactividad improductiva


El grillo se había convertido en un monstruo inmenso que me perseguía por aquel pasillo de infancia, largo, oscuro y estrecho. Un grillo surgido de la metamorfosis del sueño, negro en la oscuridad, negro sobre negro. Su sonido no correspondía a su gran tamaño, sino al de un grillo al uso, escala natural. El ruido era profundamente desagradable, algo que evocaba en mí un asco ancestral, atávico; sin embargo, familiar. No era capaz de huir, no del monstruo sino del sonido que producía, ni tapándome los oídos con toda la presión que la fuerza me permitía. Al final del pasillo, me tiré al suelo y me acurruqué sobre mi misma, dejando que aquel sonido-monstruo me alcanzara.

Cuando todo era negro, una mínima consciencia me permitió distinguir aquel sonido: el despertador llevaba cinco minutos sonando cuando, por fin, fui capaz de salir de la postura fetal en la que me encontraba, alargar el brazo y silenciarlo definitivamente. Encendí la lamparilla y me hizo ver la evidencia de la hora: las seis y seis minutos de la madrugada. Había quedado con él a las seis en punto; dada nuestra diferencia horaria para él serían las doce de la noche.

Llevábamos unos días hablando virtualmente, después de cruzarnos en un chat de manera casual. Él estaba fuera del país por motivos de trabajo y sentía la soledad del expatriado. Yo era una recién separada varada en mis días como un delfín desorientado. A los dos nos daba un poco de vergüenza esto de establecer contactos cibernéticos, pero nuestras conversaciones eran muy amenas y se nos pasaba el tiempo muy rápido cuando estábamos juntos.

Apagué la luz, me dolía demasiado su violencia y la oscuridad me parecía confortable; me enfundé un polar y fui al despacho, levanté la tapa del ordenador y evité mirar directamente a la pantalla mientras introducía la contraseña de arranque. Supuse que él estaría ya esperando y sentí algo de impaciencia. Pinché en la pestaña en la que ponía su nombre y la dejé delante de todas las demás, como un capitán frente a su regimiento. Esperé, quería dar un margen lógico a la espera, el logotipo gris me indicaba su ausencia. No esperaba nadie al otro lado del espejo.

Dudaba entre levantarme a haceme un café, tomarme una infusión caliente, acurrucarme sobre la mesa o desayunar. Miré el correo, no se había movido ni un ápice desde mi última consulta, horas antes. Miré facebook, nadie había añadido nada después de que yo colgará la escena de la boda de Underground. Nada. Quietud. Me puse a escribir, pero se me cerraban los ojos. Así que decidí relajar los párpados y esperar; los cabezazos me despertaban y un par de espasmos hicieron que fuera consciente del tiempo. El frío empezaba a hacerse evidente en mis pies, en mis piernas. Seis y media y sin movimiento.

Entonces lo sentí con nitidez, se me coló por el lagrimal, de manera sutil e imperceptible, pasó por mi nariz, me produjo un cosquilleo; luego, acarició mis labios, congelándolos y corrió, rauda y veloz pecho abajo. La desesperanza se me prendió de la vigésimo tercera cavidad cardial y se montó un apartamento con derecho a cocina, cubriéndome la piel de una finísima capa de hielo. Las siete y media y todo gris.

Volví a la cama. Las sábanas eran una estepa inmensa en la que yo, diminuta, no encontraba abrigo alguno. Me acurruqué sobre mi misma, cerré los ojos, me costó, tenía cristales en los párpados y cedí todo mi ser al paso del dolor, sin oponer resistencia alguna, como tantas veces había hecho antes, como tantas noches.

Y desde esa profunda soledad, el reloj indiscreto daba las diez de la mañana cuando conseguí volver a perderme en aquel pasillo infantil, luchando con mis pesadillas.



12 comentarios:

Miguel dijo...

Creo que conocer a alguien a través de internet es una experiencia tan emocionante como decepcionante. Y tú describes con "aterradora" precisión la última; lo que hemos sentido muchos delante de la pantalla con sordera en el otro lado del cursor.
La música que acompañas al relato me la quedo... en la memoria.
Besos

mariajesusparadela dijo...

Y , si lo cuentas a alguien que no sea internauta, te toma por loca.
Cuántas soledades ampara este aparatito.

Magamerlin dijo...

Otra manera de conocer gente, pero con mil ojos y cautela, que todos no son tan buenos. Y si puedes enamorarte por Internet.
Besos la maga curiosa.

Blue dijo...

Alamut, esto te ha quedado "bordado".
En esta entrada me sobró la música. Al segundo párrafo la apagué...me estaba distrayendo.

Biquiños.

Por cierto, en Facebook solo me faltan 458 amigos para llegar a los 500, ja, ja.

Alamut dijo...

Miguel: La soledad no deseada puede ser aterradora. Me gusta lo de la sordera del otro lado...

Mª Jesús: la soledad que creemos acompañada, aunque sea momentáneamente. Y la soledad tiene un sólo nombre, aunque muchos retratos.

Maga: yo soy más de el lado del espejo en el que se desarrolla la realidad. Pero ya es parte de nuestra realidad la virtualidad, como Alicias con capacidad de pasar de un lado al otro del espejo.
Gracias por pasarte por aquí ...

Blue: toda la razón con la música (como has visto, he tomado buena nota y ha sido sustituida por una imagen; creo que es un texto para leerlo en silencio). Me encanta que me hagas sugerencias. Haces bien en no prodigarte mucho por Facebook.
Besos

Blue dijo...

No me hagas caso, Alamut, es que cuando llegué a ese párrafo..."Entonces lo sentí con nitidez, se me coló por el lagrimal, de manera sutil e imperceptible..." lo que más me apetecía era silencio.
Besos.

Alamut dijo...

Miguel: siento haber quitado la música que te gustaba tanto, pero tiene otro texto claro, que llegará. Las pesadillas y el silencio se lleva bien, el silencio inquientante de "La mujer pantera" que el doblaje despiadado escamoteó como recurso.

Desclasado dijo...

Escribes tan bien que no sé si halagarte la calidad literaria, o dejarme la forma y decirte de lo terrible del fondo de tu escrito.
Va, me pongo racional: pues que al muchacho le habrá surgido cualquier cosa y no habrá podido estar. O que se habrá aburrido y a otra cosa... Si lo bueno de ese tipo de relaciones es la ausencia de compromiso real: se está porque se quiere estar; no por obligaciones.
Besos. Estás "teguible" últimamente.

Alamut dijo...

¡Premio, Desclasado! En eso consiste exactamente la hiperactividad improductiva, en tener la realidad distorsionada, no saber aplicarle el sentido común y no ser capaz de discernir lo importante de lo accesorio. Y una absoluta falta de paciencia (la medida de la naturaleza). Ella no es capaz de aplicar el sentido común. Como usuaria de este medio lo quiere todo y lo quiere ya ... píldoras de amor, sustitutivo de la realidad. Esa que mancha y duele a ratos. Gracias por tus halagos, por otro lado. Mais oui, je suis tegurible toutjours, pogrque la vida me ha chechsso así ...;p
Besos

Brian Quick dijo...

...insuperable...si te digo la verdad me ha pasado una cosa asi hace poco... y nose puedo no recomendar las relaciones por internet y como asi las relaciones a distancia pero algo bueno tendra cuando tu le dedicas una entrada!

Besotes!^^

La paciente nº 24 dijo...

Los pasillos son eso; un lugar que comunica muchas puertas que se abren y cierran, algo así como la vida y el amor. Y cómo se resiste, a veces, nuestro cuerpo a la felicidad.


[Vine aquí -no sabía a dónde y si era posible-, me gustó la sala de fumadores]

Alamut dijo...

A mí no me ha pasado, Brian, y la verdad es que yo recomiendo las relaciones sea cual sea el medio ... ¡Relacionémonos! Lo que no hay es que perder el Norte, la sensatez y la corura y cambiar lo real, lo tangible, por píldoras sustitutivas. Opino, vamos...

Paciente: me halaga tu visita, tú que me regalas preciosas entradas en las que siempre encuentro algo que suscita mi interés por tu fomra de escribir.
Besos